Yacimiento Arqueológico de La Bienvenida

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EL YACIMIENTO DE SISAPO – LA BIENVENIDA

INTRODUCCIÓN: EL VALLE DE ALCUDIA EN ÉPOCA ROMANA

La Comarca que hoy constituye el Valle de Alcudia debió incorporarse dentro de los patrones políticos y económicos establecidos por Roma a partir del 180 a.C. Sin duda el principal atractivo ejercido por este territorio en la Antigüedad se asocia con la riqueza metálica de sus filones de cinabrio y galenas argentíferas. El asentamiento romano en esta zona vino de la mano de una explotación económica intensiva centrada directa o indirectamente en la actividad minero-metalúrgica, eje principal a partir del cuál se articuló gran parte del poblamiento de la comarca creándose una red viaria regional.

Las minas empiezan a ser explotadas por los romanos desde el final de las guerras lusitanas, pero el beneficio a gran escala se producirá a partir de finales del siglo II a.C., siendo la primera mitad del siglo I a.C. el momento de mayor actividad.

La implantación territorial de Roma consiste en la potenciación de enclaves preexistentes a su llegada, como La Bienvenida-Sisapo, que hunde sus raíces en el Bronce Final y había sido un importante centro durante la época ibérica. Se trata del núcleo urbano de mayor entidad de la zona y del centro gestor de los recursos mineros.

Directamente en relación con la explotación minera se fundaron nuevos núcleos de diferente categoría:
  • Poblados mineros: Son los lugares de habitación de los trabajadores de una mina.
  • Complejos minero-metalúrgicos: Consiste en una agrupación conformada por un poblado y un centro de transformación del mineral, que se localizan junto a los filones en explotación. El mejor ejemplo es Mina Diógenes (Solana del Pino).
  • Centros metalúrgicos: Se trata de enclaves dedicados a las actividades de transformación metalúrgica. El mejor conocido es Valderrepisa (Fuencaliente).
Una consecuencia fundamental de la presencia romana será la articulación de un entramado viario que facilitara la administración de los recursos minerales. Esta red de comunicaciones aprovechó, en parte, los pasos tradicionales entre las cuencas del Guadiana y el Guadalquivir, sistematizando rutas que habían sido transitadas durante el primer milenio a.C. Una vía principal recorría el Valle de Alcudia longitudinalmente enlazando Sisapo con Mérida y Zaragoza, en tanto que otros caminos de vital importancia minera comunicaban Sisapo con Corduba y Castulo.

Tras el esplendor de la época romana, la explotación del cinabrio será retomada durante el periodo islámico, en tanto que las minas de galenas argentíferas no serán objeto de nuevos trabajos hasta el siglo XVI.

EL YACIMIENTO DE SISAPO – LA BIENVENIDA

Los trabajos de excavación sistemática que se vienen realizando desde 1980 están sacando a la luz restos de un núcleo antiguo que funciona casi interrumpidamente entre fines del siglo VIII o inicios del VII a.C. hasta el siglo V d.C. El momento de fundación se relaciona con la Cultura Tartésica asentada en el Suroeste. Entre el siglo VII y la primera mitad del VI a.C. se desarrolla el Período Orientalizante, durante el cuál el yacimiento permanece abierto a los estímulos derivados de la simbiosis entre los elementos indígenas y los aportes de los contactos con fenicios y griegos a través del sur peninsular. A partir de mediados del siglo VI a.C. y hasta finales del IV a.C. se asiste a la gestión y desarrollo de la Cultura Ibérica perteneciente a la región denominada Oretania.

Los restos constructivos pertenecientes a las primeras fases corresponden a viviendas de planta angular, con los muros de adobe o tapial levantados sobre un pequeño zócalo de piedra y la cubierta de ramajes sobre un entramado de madera (Área 2). Este modelo se mantuvo invariable durante el periodo ibérico antiguo y pleno, época en la que se documentan viviendas con varias habitaciones con hogares en adobe en su interior. A esta fase se ha adscrito también los vestigios de un sistema defensivo. Se trata de una muralla de casamatas; consta de dos muros paralelos y pequeños muretes transversales que conforman estancias comunicadas entre sí, con una clara funcionalidad habitacional, ya sean por almacenes, talleres o para cualquier utilidad.

Los primeros restos que acreditan la presencia romana se remontan a fines del siglo II a.C. Una transformación urbanística importante se produjo a comienzos de nuestra era, consolidándose un nuevo trazado urbano del que se han excavado una calle de estructura porticada –el kardo maximus– en dirección N-S, a la que abren varias tiendas (tabernae) y una enorme casa, a la que denominamos la Domus de las Columnas rojas.

Desde el siglo V d.C. el solar de SISAPO se abandona hasta convertirse en cantera para las construcciones medievales existentes en la aldea, como la Ermita de Nuestra Señora de las Candelas, el cementerio de pastores o la Venta.

Nos hallamos ante un enclave de importancia singular, existen dos documentos epigráficos recuperados en el propio yacimiento que confirman la identidad del núcleo con la capital minera que gestionó la explotación del mercurio y la plata existentes en la vertiente sur de Sierra Morena. Esta actividad constituyo la función esencial del núcleo desde su fundación, tal y como acredita el hallazgo de cuarcita con impregnación en cinabrio en niveles de fines del siglo VIII , comienzos del VII a.C.

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